La transición fisiológica de la menopausia
La menopausia es un período en la vida de las mujeres que se caracteriza por un número importante de cambios fisiológicos cuya causa principal es la disminución progresiva de la secreción de hormonas por los ovarios, particularmente de los estrógenos¹. Dura generalmente de 4 a 5 años a una edad mediana de 51 años²,³ y se caracteriza principalmente por modificaciones de la composición corporal, del funcionamiento metabólico y de la salud cardiovascular que tendrán lugar. En efecto, los receptores de estrógenos se sitúan en un gran número de órganos y se ha demostrado que participaban en el funcionamiento normal del sistema cardiovascular y del tejido adiposo⁴,⁵, y el cese de la producción de estrógenos es responsable de un desarreglo progresivo de su función.
Más precisamente, estimulan la producción local de moléculas antioxidantes, antiinflamatorias y de óxido nítrico que mantienen la elasticidad de los vasos sanguíneos y limitan la aparición de una hipertensión arterial y de las complicaciones asociadas⁵. Además, estas hormonas están implicadas en la regulación energética, la sensibilidad a la insulina de los adipocitos así como su localización subcutánea, manteniendo al mismo tiempo un entorno antiinflamatorio local⁴. Por consiguiente, el cese de la producción de estrógenos es responsable de un deterioro de la función vascular, un aumento de la insulinorresistencia y de la inflamación del tejido adiposo, que son fenómenos asociados a la obesidad⁶.
Las consecuencias fisiopatológicas de la menopausia
Como se mencionó en el párrafo anterior, el cese de la producción de estrógenos por los ovarios es responsable de cambios progresivos en el funcionamiento de numerosos tejidos, incluido el tejido adiposo, el esqueleto y el sistema cardiovascular. En efecto, durante el curso de la menopausia, es posible observar numerosos cambios de la composición corporal, notablemente un aumento de la masa grasa y una migración del tejido adiposo hacia la zona abdominal concomitante con una disminución de la masa muscular y de la masa ósea¹. Además, estos cambios de composición corporal están asociados a un aumento de la insulinorresistencia y de la inflamación sistémica y del tejido adiposo, favoreciendo la aparición de disfunciones metabólicas y la aparición de una obesidad y de las comorbilidades asociadas⁴. A medio/largo plazo, estos cambios hormonales favorecen igualmente la aparición de una sarcopenia y/o de una osteoporosis que son deletéreas para la capacidad funcional y la calidad de vida para asegurar un envejecimiento sereno. Finalmente, la desaparición del efecto protector de los estrógenos sobre los vasos sanguíneos asociada al aumento de la inflamación sistémica favorece la aparición de complicaciones cardiovasculares tales como la hipertensión arterial, el riesgo de accidente cerebrovascular o de patologías coronarias⁵.
El manejo a través del estilo de vida y aportes de la bioimpedanciometría
Más allá de la terapia hormonal destinada a tratar los síntomas de la menopausia, también se implementan modificaciones del estilo de vida para limitar, o incluso revertir, los cambios fisiológicos inducidos por la menopausia. Estos cambios implican notablemente un aumento de la actividad física así como una nutrición cuyo objetivo es mantener un funcionamiento metabólico normal. En este contexto, la bioimpedanciometría constituye una herramienta pertinente para detectar los desequilibrios de la composición corporal asociados a la aparición de la menopausia, i.e. un exceso de masa grasa, una sarcopenia y/o una osteopenia, y para orientar el manejo. A nivel nutricional, no existen recomendaciones particulares y se aconseja seguir las recomendaciones globales que son privilegiar las frutas y verduras, las legumbres y carbohidratos complejos así como los lípidos insaturados que contienen omega-3 y omega-6⁷. Además, se aconseja igualmente maximizar los alimentos que contienen vitamina D y calcio así como el aporte de proteínas para aumentar o mantener la masa ósea y la masa muscular con un mínimo de 1,2 g/kg(peso)/día⁷,⁸.
Estos cambios nutricionales deben estar igualmente acompañados de ejercicios aeróbicos y/o de resistencia con el fin de actuar directamente sobre la composición corporal, i.e. para aumentar la masa muscular y la masa ósea y/o disminuir la masa grasa. Más precisamente, los ejercicios aeróbicos son particularmente pertinentes para disminuir un exceso de masa grasa y mantener un funcionamiento metabólico normal, ya sea mediante ejercicios continuos de intensidad media (MICT) o ejercicios de alta intensidad en intervalos (HIIT)⁴,⁹. Los ejercicios de resistencia, por su parte, están particularmente adaptados para aumentar la masa muscular si se realizan al menos dos veces por semana a intensidades que van del 60 al 80% del máximo¹⁰. Además de orienter el manejo al inicio, la bioimpedanciometría es igualmente pertinente para controlar la pérdida de masa grasa y/o la ganancia de masa muscular y de masa ósea y para reorientar el manejo en caso de ser necesario.
Conclusión
La menopausia es un momento crucial en la vida de las mujeres ya que implica numerosos cambios fisiológicos que favorecen la aparición de patologías metabólicas y/o cardiovasculares. Entre estos cambios, los de la composición corporal son particularmente importantes y pueden evitarse o limitarse mediante modificaciones adecuadas del estilo de vida. En este contexto, la bioimpedanciometría resulta ser una herramienta particularmente útil para detectar estos cambios, adoptar un manejo adaptado y controlar sus efectos.
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