(El idioma original de este artículo es francés, las gráficas se muestran de capturas reales en el idioma original)
El músculo esquelético es el órgano responsable de la locomoción y de la capacidad de los individuos para realizar las actividades de la vida cotidiana, conocida como la capacidad funcional. Por lo tanto, una disfunción muscular tiene como principal consecuencia una disminución de la capacidad funcional, el desarrollo de comorbilidades y una disminución de la calidad de vida.
La disfunción muscular se traduce tanto por una disminución de la masa muscular, de su capacidad para producir fuerza y de su resistencia, estos tres eventos definen la sarcopenia. Esta última es una condición que se desarrolla naturalmente con el envejecimiento pero que también está presente en un gran número de patologías crónicas, participando activamente en su fisiopatología.
El diagnóstico de una sarcopenia se realiza mediante pruebas funcionales (test de fuerza, prueba de velocidad de marcha, etc.), para detectar una disminución de la función muscular, y mediante una medición de la masa muscular para detectar una disminución de esta última. Una masa muscular reducida puede evaluarse mediante el índice de masa muscular (ASMI) a partir de los límites inferiores descritos en la literatura. Una disminución de la masa muscular también puede diagnosticarse de forma temprana mediante un análisis de la cinética de pérdida a lo largo del tiempo. Aunque estos dos parámetros son pertinentes en el diagnóstico de la sarcopenia en la mayoría de las patologías crónicas, son mucho menos eficaces en el contexto de la obesidad, lo que puede llevar a una ausencia de diagnóstico.
En este estudio de caso, presentaremos un caso de obesidad sarcopénica explicando los diferentes marcadores que permiten el diagnóstico inicial de la sarcopenia. Esta paciente fue reclutada durante un estudio realizado por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán de México.
Sexo | Mujer |
Edad | 49 años |
Talla | 146 cm |
Peso | 78.80 kg. |
IMC | 36.97 kg/m2 |
Patología | Obesidad |
Análisis rápido


En primer lugar, podemos analizar la síntesis de los datos obtenidos por el Biody XpertZM que se presentan en esta figura. Como era de esperar, la masa grasa de esta paciente es muy superior (+16,13 kg) a su referencia, lo que resulta en un IMC de 37, correspondiente a una obesidad de clase II. La masa muscular esquelética y el contenido mineral óseo de esta paciente también son superiores a su referencia, lo cual es normal en una población obesa, como detallaremos más adelante en este estudio de caso.
Esta paciente también está muy deshidratada (-3,82 L) a pesar de mantener el equilibrio hídrico entre los compartimentos intra- y extracelular. Esta deshidratación ya ha sido descrita en poblaciones con obesidad, que podría ser causada por una disminución de la ingesta total de agua y también de la calidad de la ingesta de agua.
Cuando nos centramos en el ángulo de fase, podemos observar que es bastante alto y podría considerarse normal ya que es comparable a los valores obtenidos en mujeres con un IMC normal (1,2). Sin embargo, dado que el ángulo de fase está fuertemente relacionado con la masa celular total, es posible que este valor de ángulo de fase sea alto en parte debido a la alta masa celular de esta paciente, lo que no necesariamente reflejaría una calidad celular mantenida. Esta hipótesis se refuerza por el valor del índice de impedancia que es superior a 0,78, que corresponde al valor normal para una mujer (3), y cuyo valor de 0,83 confirma una calidad celular alterada en esta paciente, lo que estaría asociado a un estado inflamatorio crónico.
Masa grasa

La paciente presenta una masa grasa bruta de 36,56 kg, es decir, 16,13 kg de masa grasa adicional en comparación con su referencia, un porcentaje de masa grasa del 46,40% y un porcentaje de masa grasa a hidratación constante, es decir, normalizado por su peso a una hidratación perfecta, del 44,26%. Estas cifras confirman la obesidad significativa de esta paciente.
Masa muscular esquelética

El índice de masa muscular (ASMI) es un parámetro recomendado para la detección de la sarcopenia con un límite inferior fijado en 7,26 kg/m² para los hombres y en 5,45 kg/m² para las mujeres (4). Aquí, la masa muscular esquelética de los miembros es 2,25 kg más alta que la referencia, lo que da un ASMI de 6,97 kg/m². Además, la masa muscular esquelética total también es 2,95 kg superior a su referencia. Si nos basamos en estos indicadores, no habría sarcopenia en esta paciente.
Este aumento de la masa muscular puede parecer sorprendente dado que el nivel de actividad física de esta paciente es extremadamente bajo, sin embargo, esta situación es común en los pacientes con obesidad. De hecho, la masa grasa extremadamente elevada aumenta las tensiones mecánicas en todo el sistema musculoesquelético, cuyos roles principales son la locomoción y el mantenimiento de la postura. El músculo esquelético es capaz de realizar estas funciones gracias a su capacidad para producir una fuerza mecánica, que está estrechamente relacionada con la masa del músculo esquelético. De manera funcional, el músculo esquelético resiste las tensiones mecánicas mediante la producción de una fuerza suficiente para evitar una tensión excesiva en la membrana del músculo esquelético. Por lo tanto, un aumento de las tensiones en la membrana del músculo significa que la fuerza producida por el músculo no es suficiente. Fisiológicamente, esto activa la síntesis proteica muscular para aumentar su masa y, por lo tanto, su fuerza, y en el contexto de la obesidad, este mecanismo fisiológico normal es responsable de la alta masa muscular en estos sujetos.
Si se asocian los límites diagnósticos de la sarcopenia, los mecanismos y los resultados de esta paciente, es legítimo considerar que esta paciente no presenta obesidad sarcopénica. Sin embargo, este razonamiento oculta una de las principales consecuencias patológicas de la sarcopenia: el músculo esquelético ya no tiene una masa suficiente y, por lo tanto, una producción de fuerza suficiente para realizar su función de locomoción. En el contexto de la obesidad, es crucial plantearse la siguiente pregunta: ¿es suficiente la masa muscular esquelética de los pacientes para soportar su masa corporal?
Para responder a esta pregunta, el índice de la masa muscular esquelética sobre la masa sin grasa (MMS/MHG) puede utilizarse en la detección de la obesidad sarcopénica. En el caso de esta paciente, este índice es igual al 46,31% y es muy inferior a los valores normales observados en mujeres, que son del 49-50%. Fisiológicamente, esto significa que su masa muscular esquelética no es suficiente para soportar su masa corporal. Esta hipótesis puede confirmarse calculando las proporciones de la MMS y del ASMM sobre la masa total (5), como lo recomiendan la ESPEN y la ESAO, dos sociedades científicas europeas. Aquí, la proporción de MMS sobre la masa total es del 24,8% y la proporción de ASMM sobre la masa total es del 18,8%, lo que confirma la presencia de una sarcopenia de clase I en esta paciente (5).
Masa proteica metabólica, masa seca sin grasa y masa celular activa

Estos tres parámetros pueden utilizarse para confirmar la presencia de obesidad sarcopénica, ya que su modificación a lo largo del tiempo está estrechamente relacionada con la cantidad de proteínas en el cuerpo humano, y en particular en el músculo esquelético. De hecho, la masa proteica metabólica representa la cantidad total de proteínas contenidas en las células, mientras que la masa seca sin grasa representa el conjunto de proteínas y minerales del organismo. Podemos observar que la masa proteica metabólica y la masa seca sin grasa están muy cerca de la referencia para esta paciente. Además, la masa celular activa presenta un déficit de 1,89 kg en comparación con la referencia, con una masa celular (BCM) al nivel de la referencia y una deshidratación intracelular.
Así, esto significa que esta paciente tiene una masa proteica total similar a su referencia, que corresponde a un IMC normal. Esto indicaría que esta paciente tendría una masa proteica muscular idéntica a la de una persona con un IMC normal, lo que confirma que su masa muscular esquelética no es suficiente en relación con su masa corporal.
Contenido mineral óseo

Al igual que con la masa muscular esquelética, podemos observar un contenido mineral óseo un poco más alto que la referencia, lo que sugiere una masa ósea adecuada en esta paciente. Sin embargo, es necesario plantearse la pregunta de si esta masa ósea es suficiente para soportar la masa corporal total. En este caso, el contenido mineral óseo es muy cercano a su referencia, lo que indica que esta paciente tiene una masa ósea similar a la de una persona con un IMC normal. De la misma manera que con la masa muscular esquelética, esta paciente no posee una masa ósea suficiente para soportar toda su masa corporal.
Hidratación

En cuanto a la hidratación, podemos observar un déficit de 2,76 L de agua en todo el cuerpo y un déficit de 3,82 L en la masa sin grasa, mostrando una deshidratación muy importante en esta paciente, como ya se ha mostrado en la obesidad⁶. Esta deshidratación estaría relacionada tanto con una disminución de la ingesta total de agua como con la calidad de los aportes, ya sea líquidos o por la comida. También está relacionada con un consumo elevado de bebidas azucaradas, que está asociado a una mayor ingesta de alimentos durante las comidas⁷ y, por lo tanto, favorece un exceso calórico. Una deshidratación importante provoca una alteración del funcionamiento fisiológico⁸, por lo que es necesario mantener un nivel de hidratación normal en estos pacientes.
En cuanto al equilibrio hídrico, podemos observar que el equilibrio hídrico total se mantiene, pero si nos enfocamos únicamente en la masa sin grasa, podemos confirmar la deshidratación previamente observada. También podemos notar que la deshidratación es mucho más pronunciada en el compartimento extracelular. Esta diferencia entre el equilibrio hídrico total y el equilibrio hídrico sin grasa puede explicarse por la distribución del agua dentro de la masa grasa, donde el 80% del agua se encuentra en el compartimento extracelular. De hecho, la mayor parte del agua extracelular se encuentra en la masa grasa, creando un equilibrio hídrico artificial a nivel del organismo, mientras que la masa sin grasa está significativamente deshidratada. Así, también es necesario verificar el equilibrio hídrico sin grasa para controlar la distribución del agua dentro de los diferentes tejidos corporales.
Conclusión general
El aumento de la masa corporal en los pacientes con obesidad tiene como consecuencia una masa muscular elevada en estos pacientes, pero que a veces es insuficiente para asegurar plenamente sus funciones de locomoción y mantenimiento de la postura, lo que define la obesidad sarcopénica. En este contexto, los indicadores clásicos no son lo suficientemente potentes para detectar esta obesidad sarcopénica y es necesario utilizar marcadores más específicos proporcionados por la bioimpedanciometría. Como se muestra en este estudio de caso, la relación de la masa muscular esquelética sobre la masa sin grasa es un indicador pertinente para el diagnóstico inicial de la obesidad sarcopénica.