Obesidad y sarcopenia: importancia de la masa muscular en el manejo

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Según un consenso reciente de expertos¹, la obesidad se define como una patología caracterizada por un índice de masa corporal superior a 30 kg/m² asociado a un exceso de masa grasa responsable de complicaciones clínicas que degradan el estado de salud del paciente. Desde un punto de vista fisiopatológico, este exceso de masa grasa provoca una inflamación sistémica de bajo grado debido a la producción de citocinas proinflamatorias por el tejido adiposo (es decir, adipokinas). Cuando esto se asocia a una alimentación rica en carbohidratos simples y ácidos grasos saturados y/o a un estilo de vida sedentario e inactivo, la inflamación sistémica es responsable de complicaciones metabólicas (por ejemplo, diabetes tipo II) y cardiovasculares (por ejemplo, hipertensión o riesgo de infarto de miocardio)². Además, el exceso de masa grasa y de masa corporal aumenta las cargas mecánicas sobre el sistema musculoesquelético (es decir, músculos, esqueleto, tendones, etc.), lo que estimula una mayor masa ósea y masa muscular esquelética. De hecho, la carga mecánica es el principal estimulador de la síntesis de proteínas musculares y de la mineralización del tejido óseo³⁴, lo que explica que las personas con obesidad presenten una masa muscular y una masa ósea elevadas.

A pesar de esta observación, la presencia de sarcopenia en personas con obesidad ya ha sido descrita⁵⁻⁷, lo que puede parecer contradictorio. La sarcopenia se define como la disminución de la función y de la masa muscular provocada por el envejecimiento y/o la presencia de una patología crónica como el cáncer o la insuficiencia cardíaca⁸⁻¹⁰. Desde un punto de vista fisiopatológico, la sarcopenia es causada tanto por un aumento de la degradación proteica muscular¹¹ como por el sedentarismo y la inactividad física. Esto tiene varias consecuencias en la vida diaria de los pacientes, reduciendo su calidad de vida y pudiendo ser el origen de la aparición de fragilidad¹². En concreto, la disminución de la fuerza máxima en estos pacientes provoca un aumento de la carga fisiológica generada por las actividades de la vida diaria en el organismo, lo que crea fatiga. La realización de un ejercicio físico induce cambios fisiológicos y psicológicos que desencadenan un fenómeno llamado fatiga neuromuscular, definido como una disminución reversible de la fuerza inducida por el ejercicio y que se alivia con el reposo¹³.

En la vida cotidiana, la fatiga neuromuscular corresponde a las sensaciones y eventos experimentados por los individuos durante una actividad que los lleva a detenerla o a dificultarla. Para los pacientes con sarcopenia, la reducción de la fuerza máxima aumenta la intensidad percibida de las actividades diarias y la fatiga que generan. Al repetirse estas actividades a lo largo del día, los pacientes no logran recuperarse de la carga fisiológica inducida por el ejercicio, lo que provoca una acumulación de fatiga física y psicológica¹⁴. Este mecanismo alimenta un círculo vicioso que favorece un estilo de vida sedentario, inactividad física, ansiedad/depresión y desacondicionamiento físico¹². En consecuencia, al paciente le resultará cada vez más difícil realizar actividades cotidianas, las cuales generarán una fatiga aún mayor, perpetuando el ciclo.

En términos absolutos, los sujetos con obesidad no presentan una reducción de la fuerza máxima ni de la masa muscular; sin embargo, estos valores son insuficientes en relación con su peso corporal. Su masa corporal es tan elevada que deben generar una fuerza extrema para moverse⁵. Esto crea condiciones similares en las que las actividades diarias imponen una carga fisiológica excesiva, favoreciendo un desacondicionamiento físico progresivo y un deterioro de su estado clínico. Por lo tanto, es fundamental controlar la masa muscular de los pacientes con obesidad y asegurar que sea suficiente para realizar las actividades diarias con comodidad. Por el contrario, se hace necesario plantear intervenciones adaptadas para reducir la masa grasa y/o aumentar la masa muscular.

Para ello, pueden considerarse varias terapias: cirugía bariátrica, manejo nutricional, actividad física adaptada o, más recientemente, tratamientos con análogos del GLP-1. La cirugía bariátrica y los análogos del GLP-1 tienen como objetivo reducir la masa grasa mediante una disminución de la ingesta calórica; sin embargo, a pesar de su eficacia, pueden provocar una pérdida significativa de masa muscular¹⁵,¹⁶. En consecuencia, podrían ser responsables de una obesidad sarcopénica y, por tanto, agravar el estado clínico del paciente. Estas intervenciones deben acompañarse de una nutrición y actividad física adecuadas para prevenir la pérdida muscular¹⁷. En este contexto, es necesario monitorear la masa muscular durante todo el tratamiento para evitar su disminución inducida por la cirugía o el fármaco.

El manejo mediante cambios en el estilo de vida (es decir, nutrición y actividad física) también puede reducir la masa grasa y/o preservar la masa muscular si está bien adaptado. Se recomienda que el paciente realice una combinación de ejercicio de resistencia y aeróbico para mantener o ganar masa muscular, al tiempo que promueve la pérdida de grasa y mejora la salud cardiovascular. Desde el punto de vista nutricional, esto debe combinarse con una ingesta elevada de proteínas para favorecer la ganancia muscular y la pérdida de grasa (gracias al efecto saciante de las proteínas), junto con una dieta equilibrada. Además, es relevante evaluar la composición corporal durante todo el tratamiento para monitorear sus efectos y mantener la motivación del paciente, ya que estos procesos son a largo plazo.

Conclusión

El músculo esquelético es un órgano vital para la salud, y una disminución de su masa a lo largo de la vida puede tener consecuencias graves en el estado clínico de las personas. La sarcopenia, definida como una reducción de la masa muscular, aparece con el envejecimiento o en ciertas patologías crónicas, pero también puede estar presente en la obesidad, donde la masa muscular resulta insuficiente en relación con el peso corporal. Un manejo quirúrgico, farmacológico y/o mediante cambios en el estilo de vida puede limitar este problema reduciendo la masa grasa y/o aumentando la masa muscular. En este contexto, es fundamental controlar la composición corporal durante todo el proceso.

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